jueves, 13 de julio de 2017

MITÓMANÍA



La Mentira como forma de vida: MITOMANÍA

                        



¿En qué se diferencian las mentiras esporádicas de la mitomanía?
 La mentira no nos resulta ajena, recurrimos a ella desde la infancia e incluso siendo adultos. Un estudio realizado en la Universidad de Massachusetts reveló que el 60% de las personas mienten al menos una vez durante una conversación de diez minutos, caen en lo que se conoce como “mentiras esporádicas”.
También mentimos cuando nos referimos al pasado, en cuyo caso lo más usual es rellenar las lagunas de nuestra memoria con hechos ficticios, cayendo en una especie de falsificación retrospectiva. No obstante, lo más usual es que recurramos a las mentiras para protegernos o defendernos, cuando falseamos la realidad generalmente perseguimos un objetivo concreto y lo hacemos solo en ciertas circunstancias.
Sin embargo, detrás de la costumbre de mentir compulsivamente no siempre se esconde el deseo de obtener algo o evitar un castigoel mitómano suele mentir sin tener un motivo válido, por compulsión. Esa tendencia a mentir compulsivamente puede colocarle en situaciones ridículas o llevarle a inventar historias insostenibles. De hecho, aunque el mitómano sepa que lo han descubierto, puede seguir mintiendo y complicar aún más su narración.
Para el mitómano, mentir se convierte en un hábito, es su forma de relacionarse. Esta persona no solo siente la necesidad de mentir en las situaciones que están en su contra para evitar las consecuencias sino también en los pequeños detalles, aunque no gane nada con ello. Quien padece mitomanía puede sentirse raro diciendo la verdad pero se siente cómodo mintiendo.
El problema es que cuando faltar a la verdad se convierte en un hábito y se cae en la mentira patológica, el mitómano tendrá que enfrentarse a diferentes dificultades debido a que pierde la confianza de los demás. Un mentiroso patológico puede llegar a perder su trabajo, tener problemas familiares, romper con su pareja y sufrir aislamiento social.

Las raices de la mentira patológica se remontan a la infancia
La personalidad del mentiroso compulsivo se manifiesta en la juventud o la adultez, pero la tendencia a mentir comienza a apreciarse desde la infancia. Antes de los tres años no se puede hablar de mentiras en el sentido más estricto del término, ya que los niños no son capaces de distinguir claramente la realidad de la fantasía, pero más adelante, su pródiga imaginación les insta a falsear la realidad.
El problema comienza cuando, en cierto momento del desarrollo, las mentiras intencionales se convierten en respuestas automáticas, hasta tal punto que el niño, adolescente o adulto se las cree. Tal es el caso de la pseudología fantástica, que podría considerarse una variante de la mentira en la que la persona asume sus fantasías como si fueran reales y las cuenta como si las hubiera vivido.

La tendencia a mentir compulsivamente puede afianzarse como resultado de los castigos recibidos en la infancia. Por eso, una manera para evitar que las mentiras evolutivas den paso a la mitomanía consiste en no castigar a los niños cuando dicen pequeñas mentiras que nacen de su imaginación y/o forman parte de su estadio evolutivo. En vez de reforzar un comportamiento negativo, es mejor explicarle las diferencias entre realidad y fantasía y promover valores como la honestidad y la responsabilidad.
En otros casos, la mentira patológica es el resultado de la tendencia a eludir las responsabilidades. Si los padres permiten que el niño falte a la verdad para evitar las consecuencias de sus acciones y le eche siempre la culpa a un amigo imaginario o al hermano más pequeño, por ejemplo, las mentiras pueden terminar convirtiéndose en un hábito.
                     


¿Qué sucede en el cerebro mitómano?
Las mentiras pueden brindar cierto grado de placer al mitómano. Saber que cada mentira implica un nivel de riesgo genera una descarga de adrenalina que actúa a nivel cerebral como recompensa y fortalece la respuesta mitómana, cerrando así un círculo vicioso.
La sustancia blanca interviene en la transmisión de información, por lo que estos investigadores consideran que un mayor volumen implicaría una mayor capacidad cognitiva para procesar las mentiras y manipular. De hecho, en algunos casos las historias que cuentan los mitómanos están muy bien hilvanadas y resultan creíbles ya que contienen un gran nivel de detalles, lo que denota que la persona ha estado procesando cuidadosamente esa información.



¿Por qué mentimos?
La mentira suele ser una estrategia para eludir la realidad y, por consiguiente, la responsabilidad de afrontar las consecuencias de determinados actos o situaciones.
Diferentes trastornos psicológicos están vinculados con la mentira, ya que se trata de una forma de evitación, sobre todo en el caso de las adicciones, cuando la persona no desea reconocer su problema o pierde el control y recurre a la mentira para mantener su patrón adictivo. De hecho, se estima que el 92% de los pacientes mienten sobre el consumo de sustancias, el 25% sobre su consumo de alcohol y el 58% sobre su adicción al juego.
Los mentirosos compulsivos también suelen faltar a la verdad porque no se sienten satisfechos con la vida que llevan y acaban inventándose una diferente que les hace sentir mejor. Lo usual es que el mitómano construya un nuevo recuerdo para cubrir una realidad desagradable, que reemplaza con una historia mejor.
La verdad también se suele falsear para obtener alguna ventaja, aunque no siempre se trata de un beneficio material, sino más bien a nivel emocional. Con sus mentiras el mitómano consigue la aprobación, el respeto y/o el afecto que necesita. Por eso, en muchos casos las mentiras patológicas esconden un deseo de llamar la atención, que se logra creando un personaje falso que la persona va enriqueciendo con mentiras.
                             

El tratamiento de la mitomanía
En la base de la mentira patológica se esconde una baja autoestima, la persona cree que si se muestra tal cual es, no será aceptada. Los mitómanos suelen tener una personalidad insegura, por lo que a menudo sus mentiras no son más que una imitación o un plagio de las ideas, pensamientos o experiencias de los demás, generalmente de personas que admiran. Los mentirosos patológicos también suelen carecer de habilidades sociales, por lo que intentan suplirlas recurriendo a las mentiras, para parecer más interesantes y competentes ante quienes les rodean.
Por eso, el tratamiento de la mitomanía pasa por fortalecer la autoestimamejorar las habilidades sociales y de resolución de conflictos y lograr que la persona se sienta satisfecha con su realidad y consigo misma, para que no experimente continuamente la necesidad de utilizar la mentira patológica para disfrazar su mundo.


martes, 7 de febrero de 2017






TDAH son las siglas de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Se trata de un trastorno de carácter neurobiológico originado en la infancia que implica un patrón de déficit de atención, hiperactividad y/o impulsividad, y que en muchas ocasiones está asociado con otros trastornos comórbidos.
Es fundamental para el diagnóstico de TDAH evaluar que estos síntomas nucleares que hemos comentado (déficit de atención, hiperactividad e impulsividad) se presenten:
1. desde una edad temprana: antes de los 12 años1.
2. con una intensidad y frecuencia superior a la normal para la edad y la etapa de desarrollo del niño.
3. que deterioren o interfieran de forma significativa en el rendimiento del niño en dos o más de los ámbitos de su vida: escolar o laboral, familiar y social.
4. no ser causados por otro problema médico, un tóxico, una droga u otro problema psiquiátrico.

Pese a que pueda existir sospecha clínica en niños de menos de 6 años el diagnóstico de TDAH requiere haber superado esta edad. Además, es frecuente que el TDAH se reconozca en los niños cuando comienza la educación primaria, coincidiendo con dificultades en el rendimiento escolar y la presentación de disfunciones sociales.

Origen

Debido a la complejidad del TDAH, no puede identificarse una sola causa. Se considera que es un trastorno heterogéneo con diferentes subtipos, resultado de las distintas combinaciones de los diversos factores de riesgo que actúan conjuntamente.
Sin embargo, sí que se ha identificado que las causas del TDAH se deben a factores principalmente genéticos y ambientales (prenatales, perinatales, y posnatales).
Se consideran factores ambientales del TDAH (entre otros): los traumatismos craneoencefálicos en la infancia, las infecciones del sistema nervioso central, la prematuridad, la encefalopatía hipóxico-isquémica, el bajo peso al nacimiento o el consumo de tóxicos como el alcohol o el tabaco en el embarazo.
El TDAH tiene una heredabilidad del 76% (es decir, que en una población media, el 76% de los factores vinculados con el TDAH están relacionados con los genes, y el resto a factores no genéticos).
Los estudios han demostrado que los familiares de personas con TDAH tienen un riesgo cinco veces mayor que las personas sin antecedentes familiares de TDAH.
                          

¿Cuáles son los signos y síntomas de THDA en los niños?

El THDA se conforma de 2 tipos principales, basados en signos y síntomas. Puede ser que su niño tenga una combinación de los 2 tipos principales. Una combinación de ambos es el tipo más común de THDA. Su niño podría hacer cualquiera de lo siguiente:
  • Falta de atención:
    • Se distrae fácilmente o se le dificulta concentrarse
    • Evita tareas o actividades que necesitan atención completa
    • No sigue las instrucciones o direcciones o las olvida fácilmente
    • Aparenta no escuchar cuando se le habla directamente
    • Comete errores por descuido o pierde cosas
    • Tiene dificultad organizando tareas
  • Hiperactividad e impulsividad:
    • Se aburre fácilmente
    • Habla mucho, interrumpe o se mete en las conversaciones o juegos de otras personas
    • Se le dificulta hacer actividades calmadas o estarse quieto.
    • Tiene dificultad en esperar su turno o esperar en fila
    • Tiene más energía que los demás niños de su edad
     PAUTAS GENERALES DE MANEJO
  • Ten paciencia con tu hijo. Trate de parar sus problemas de conducta rápidamente para que no se salgan de control. No será de ayuda gritarle al niño para que se comporte bien. Permanezca calmado y sea directo. Siempre mire a su hijo a los ojos y explíquele por qué es necesario que pare con esa mala conducta. sé paciente a medida que su niño aprende nuevas formas de comportarse bien.
  • Felicite a su niño por su buena conducta. Los niños con frecuencia responden mejor a las felicitaciones que a las críticas. Podría ser útil crear un programa de recompensas con su niño. Por ejemplo, puede ganar puntos o fichas por su buena conducta que puede luego intercambiar por algo que quiera.
  • Ayúdele a entender tareas que él mismo tenga que hacer. Mire a los ojos de su niño y dele 1 tarea que hacer. Permita que su niño complete su tarea antes de asignarle una nueva. Colabore con los profesores de su niño para asegurarse de saber qué tarea tiene y cuándo debe entregarla. Puede ser necesario que su niño empiece a hacer sus tareas mucho antes de que tenga que entregarlas. Puede ser también que tenga que trabajar en sus tareas por periodos cortos de tiempo. Se puede usar un cuaderno de tareas para ayudarle a su niño a mantener un registro de sus tareas y asegurarse de entregarlas a tiempo.
  • Ayude a su hijo a controlar el estrés. El estrés puede empeorar el THDA de su niño. Enséñale a tu hijo a controlar su estrés. Pregunte sobre formas de calmar su cuerpo y mente. Estas formas podrían incluir respiración profunda, relajación muscular, música y biorretroalimentación.
  • Mantén dieta saludable. Estos incluyen frutas, vegetales, panes, productos lácteos, carnes magras y pescado. Los alimentos sanos podrían hacer que su niño se sienta mejor. Su niño debe tomar agua, zumos y leche.

Tratamiento Psicológico

Analiza la conducta e identifica los factores que hacen que la conducta sea inadecuada, se determinan las conductas que se desea cambiar y se establecen unos objetivos. A partir de ahí se organiza un plan para ir modificando el comportamiento que se quiere eliminar.


1-Terapia Conductual


Refuerzo positivo
Es un procedimiento mediante el cual se presenta un estímulo “bueno” (algo que le gusta o le interesa) después de la realización de una conducta aumentando la probabilidad de que la conducta vuelva a producirse.
Economía de fichas
Este sistema establece una serie de conductas específicas y unos premios que se podrán conseguir al respetarlas. Esta técnica pretende fomentar las buenas conductas (reforzamiento positivo – al conseguir fichas) y disminuir las conductas indeseadas (castigo negativo – al perder fichas).
Extinción
Es el modelo más utilizado para reducir una conducta. Se trata de disminuir la respuesta reforzada a un comportamiento indeseado, para lo cual es fundamental determinar qué es lo que está reforzando ese comportamiento, para dejar de reforzarlo.
Tiempo fuera
Está técnica pretende privar al niño de cualquier reforzador que pueda tener en el contexto de una mala conducta, aislándolo durante un corto período de tiempo (1 a 5 minutos). Se le debe explicar previamente al niño (sin mostrar mucha atención) que su comportamiento no es el correcto y que dispone de un momento aislado para reflexionar sobre ello.
Sobrecorrección
Se aplica cuando hay un comportamiento negativo y se le pide que rectifique lo que ha hecho mal y restaurar el daño que ha hecho. En el caso de la sobrecorreción de práctica positiva, la persona que ha hecho algo mal, debe repetir una conducta positiva que se le indique.

2-Terapia cognitiva

La cognición está compuesta de procesos como el aprendizaje, la atención, la memoria, la toma de decisiones… Y la terapia cognitiva lo que pretende es identificar cuáles de estos procesos están creando problemas, y trabaja para cambiarlos por otros más adecuados.

Autoinstrucciones

Es una técnica de cambio de comportamiento en el que se modifican los pensamientos, sustituyéndolos por otros que pueden ser más útiles y efectivos para alcanzar los objetivos o metas que se proponga el paciente. Estas autoinstrucciones se las da el paciente a sí mismo, para dirigir de esta forma su forma de actuar: “Voy a escuchar al profesor”, “Tengo que cruzar la calle con cuidado”…

Técnicas de autocontrol

Gran parte de los problemas de autocontrol se pueden corregir aprendiendo a moderarse para reducir comportamientos impulsivos que son inmediatamente gratificantes, pero que a medio plazo no son beneficiosos.
Para realizar un programa de autocontrol, se pueden seguir los siguientes pasos:
– Detectar cual es el problema y establecer los objetivos que se quieren conseguir.
– Comprometerse a modificar su propia conducta.
– Registrar los datos e identificar las causas del problema.
– Diseñar y aplicar un programa de tratamiento del problema.
– Prevenir la recaída y lograr que la mejora perdure.

Técnicas de inhibición de respuesta

Básicamente este entrenamiento consiste en “párate y piensa”, que consiste en realizar un entrenamiento ante una señal visual de stop para inhibir una respuesta y tomar decisiones. 

Pararse
De esta forma se inhibe la respuesta que inicialmente íbamos a tener. En ese momento hay que analizar qué es lo que ha ocurrido y tomar consciencia de la situación.

No actuar
Entrenar así la capacidad de demora, controlando el impulso y recapacitando sobre la respuesta adecuada que se debe dar.

Pensar
Pensar en cómo se puede solucionar el problema y las alternativas posibles, y las consecuencias que pueden tener cada una de ellas.
Planificar
Decidir cuál de las alternativas es la mejor y decidir cómo se debe actuar.

Actuar
Es importante mantener la atención frente a la distracción o la tentación de hacer algo.

Autoevaluación

Esta etapa es fundamental para seguir aprendiendo y también para valorar cómo hemos gestionado la situación.

Técnicas de resolución de problemas


La terapia de resolución de problemas es una estrategia de intervención clínica que consiste en la presentación y práctica de un método estructurado en una serie de pasos, con el objetivo de ayudar al paciente a resolver sus propios problemas, mejorando las competencias sociales y disminuyendo el malestar psicológico que éste pueda padecer.


 Imaginar el pasado y el futuro

El paciente debe visualizar en su mente el recuerdo de una situación del pasado similar a la que en ese momento debe enfrentarse. El psicólogo va a ayudar al paciente a fijarse en los estímulos significativos y apropiados de la situación que nos dan información sobre lo que está pasando y sobre cómo actuar. La ayuda a analizar el significado.
 Autoevaluación reforzada
Además de aprender a autoevaluarse, en este paso se trabaja el que el paciente sea capaz de realizar una valoración más objetiva y ajustada a la realidad de las cosas que hace y de cómo reacciona antes ellas.
Vigilancia cognoscitiva
Permite trabajar la conciencia de atención del paciente. Se utiliza el sonido de una campana a intervalos regulares para enseñarle a responder ante ese estímulo recordándole que debe estar atento a la tarea que está llevando a cabo para poder resolverla correctamente.

3.Entrenamiento en habilidades sociales


¿Qué son habilidades sociales?

Sonreír – Saludar – Hacer favores – Cortesía – Ayudar – Cooperar – Compartir – Unirse al juego – Iniciar, mantener y terminar conversaciones – Expresar y recibir emociones – Saber defender derechos y opiniones asertivamente – Identificar y solucionar problemas.
 Como ya hemos visto, es probable que las personas con TDAH tengan problemas relacionados con el manejo de las habilidades sociales. Esto implica problemas para relacionarse de forma satisfactoria con los demás, familiares, pareja, hermanos, compañeros de colegio o trabajo.
Cuando hablamos de estas dificultades que desarrollan los niños con TDAH y que influyen en sus relaciones a lo largo de su vida, hablamos de un problema que viene de un escaso desarrollo de habilidades como la empatía, la asertividad, la comunicación verbal y no verbal, la negociación o la resolución de conflictos sociales… Que son imprescindibles para regular las relaciones sociales y evitan que se desarrollen conductas inadecuadas, que pueden acarrear rechazo por parte de los demás, burlas, críticas, etc.

Para mejorar estas habilidades sociales, se emplean técnicas de terapia cognitivo-conductual, generalmente en grupo, trabajando aspectos como:
– Autoestima, comunicación emocional.
– Entrenamiento en asertividad.
– Reglas de sociabilización.
– Entrenamiento en conductas prosociales.
– Habilidades de competencia social.

 4.Entrenamiento para padres

El entrenamiento para padres y la intervenciones a nivel familiar han demostrado ser efectivas en muchas ocasiones. Las sugerencias que se hacen a continuación sólo pretenden establecer un marco de trabajo que sirva de guía para trabajar la relación paternofilial mediante una mejor comunicación y atención al desarrollo del niño con TDAH.9

En el entrenamiento para padres se trabaja sobre los siguientes puntos:

 Identificar las situaciones que generan problemas específicos y los problemas de comportamiento que generan. Así como los elementos que precipitan las conductas disruptivas. Es importante registrar la evolución constantemente.
– Analizar las consecuencias positivas y negativas de los comportamientos apropiados y no apropiados con los padres.

– En el caso de que en la relación padre-hijo se produzcan muchos roces y pocas interacciones positivas, se trabaja para reforzar las habilidades de los padres durante las sesiones para el mejor manejo de las situaciones.

– Enseñar a los padres métodos de comunicación efectiva para establecer normas y llevar el mando (establecer contacto visual, dando órdenes de una en una, dando órdenes en un contexto positivo…).

– Establecer consecuencias negativas apropiadas para cada problema de comportamiento específico. Las consecuencias deben estar estrechamente relacionadas con el problema en sí.

– Utilizar sistemas de economía de fichas para los problemas de conducta constantes. Los padres pueden así aprender a penalizar y recompensar conductas negativas y positivas.


– En el caso de problemas de conducta más graves, se enseña a emplear técnicas de tiempo fuera. Es importante comprender bien cómo funciona y cómo debe emplearse para que no se convierta en un castigo sin aprendizaje.