Cómo controlar los nervios: Estrategias de autoayuda
Por Angharad Albiach González
Psicóloga Valencia
El 02 Febrero 2017
¿Te consideras una persona nerviosa? ¿Quieres saber cómo controlar los nervios?
La ansiedad se manifiesta de diferentes maneras, puede variar desde un simple nerviosismo hasta un gran pánico. De hecho, no se trata de un estado necesariamente negativo. Algunas personas pueden encontrar divertido y excitante realizar algo nuevo, aunque también se sientan un poco nerviosos.
No obstante, existe una gran diferencia entre el nerviosismo y la ansiedad patológica. La ansiedad es un estado irracional que la persona experimenta, pero a menudo no es capaz de precisar que le preocupa o le atemoriza. Al contrario, el nerviosismo está vinculado con hechos más concretos con los que tenemos que lidiar en nuestra cotidianidad, como dar un discurso en público, asistir a una entrevista de trabajo o prepararnos para un examen importante. Mientras que la ansiedad tiene un carácter más difuso, el nerviosismo es una reacción ante una situación que percibimos como atemorizante.
Por otra parte, los trastornos de ansiedad suelen tener un componente fisiológico muy marcado. Cuando la ansiedad es muy intensa puede provocar síntomas tan agudos que algunas personas incluso los confunden con un infarto ya que experimentan una sensación de opresión en el pecho, náuseas, palpitaciones y mareos. Al contrario, el nerviosismo no suele provocar síntomas tan marcado. Normalmente la persona nerviosa solo experimenta mariposas en el estómago, suda un poco más, se enrojece o siente que el corazón late ligeramente más rápido.
Además, el nerviosismo suele terminar una vez que ha finalizado el evento que lo ha provocado. Los nervios se atenúan cuando finalmente comienzas tu discurso, recibes la llamada que estabas esperando o terminas el examen. Al contrario, la ansiedad es un estado más permanente, que incluso puede persistir durante años si la persona no busca ayuda especializada. No desaparece por completo, es como si se quedara flotando.
¿Cómo controlar el nerviosismo?
Aquí tienes algunas estrategias de autoayuda para controlar los nervios:
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Aprende a respirar. Cuando estamos nerviosos nuestra respiración se agita, se vuelve entrecortada y nos resulta más difícil inhalar. Nuestro cerebro capta esas señales y, automáticamente, aumenta el nivel de alerta. Sin embargo, una respiración lenta y acompasada ayuda a relajar los nervios que van desde el diafragma hasta el cerebro, enviando el mensaje de que todo está bien. Por eso, una excelente estrategia para controlar los nervios consiste en respirar lentamente. Inhala aire mientras cuentas hasta cinco y siente como tus pulmones se llenan. Después exhala lentamente el aire, contando hasta 5 muy despacio. También puedes practicar ejercicios más específicos, como los de respiración diafragmática, que puedes hacer todos los días para relajarte.
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Conecta con la naturaleza. Una de las cosas más relajantes que puedes hacer para controlar los nervios es dar un paseo en la naturaleza, preferentemente rodeado de árboles. Elige un sitio tranquilo y silencioso, puedes simplemente sentarte a disfrutar de esa calma, practicar senderismo o dar un paseo en bicicleta.De hecho, un estudio realizado en la Universidad de Stanford descubrió que las personas que pasean en medio de la naturaleza, en comparación con aquellas que lo hacen en la ciudad, no solo tienen menos pensamientos rumiativos sino que también presentan niveles más bajos de cortisol en sangre, una presión sanguínea más baja y experimentan menos ansiedad. De hecho, en Japón se considera que el pasear en la naturaleza de forma consciente es terapeutico y tienen rutas específicas para ello.
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Practica técnicas de relajación. Muchas personas piensan que sentarse delante de la televisión o del ordenador equivale a relajarse, pero en verdad no es así ya que, dependiendo de lo que veas, incluso podrías añadir más tensión a la que ya has acumulado durante el día. Por eso, si te sientes nervioso, es conveniente que practiques técnicas de relajación. Existen diferentes opciones, desde la relajación muscular progresiva de Jacobson hasta el entrenamiento autógeno de Shultz, pero la que yo prefiero, por todos los beneficios que puedes obtener de ella es la autohipnosis. Si quieres aprender autohipnosis tienes toda la información aquí.
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Haz deporte. El deporte es una excelente válvula de escape, a través del cual puedes aliviar el nerviosismo. En realidad, no importa de qué deporte se trate, siempre y cuando lo disfrutes. Puedes correr o hacer yoga, nadar o practicar tai-chi. De hecho, el secreto de la práctica de ejercicio físico radica en que contribuye a aumentar los niveles de serotonina y dopamina, unos neurotransmisores que generan la sensación de relajación y satisfacción.
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Recurre a la meditación. Existen diferentes técnicas de meditación, como el mindfulness, solo tienes que encontrar la que mejor se adapte a tus características. También puedes recurrir a la visualización, en cuyo caso se trata de evocar imágenes relajantes, que te tranquilicen y te ayuden a controlar el nerviosismo. Cuando practicas la visualización durante mucho tiempo, el simple hecho de evocar esa imagen te ayudará a relajarte automáticamente ya que tu cerebro habrá creado una conexión entre la imagen y la sensación placentera de tranquilidad.
-
Cuestiona tus pensamientos. Cuando las personas se sienten nerviosas, su mente se desboca y se ven asaltadas por todo tipo de ideas, la mayoría poco realistas. Sin embargo, esas preocupaciones tienen un gran impacto en tu estado emocional y a menudo solo sirven para añadir más leña al fuego. Por eso, una buena estrategia para controlar los nervios consiste en cuestionarse la verosimilitud de esas ideas. Pregúntate: ¿esta preocupación es realista? ¿Cuáles son las probabilidades de que ocurra? ¿Qué es lo peor que podría pasar? ¿Cómo podría lidiar con ello? Es importante que recuerdes que no se trata de una catástrofe sino tan solo de una exageración de tu mente, que está asustada y reacciona como tal.
Aprende a respirar. Cuando estamos nerviosos nuestra respiración se agita, se vuelve entrecortada y nos resulta más difícil inhalar. Nuestro cerebro capta esas señales y, automáticamente, aumenta el nivel de alerta. Sin embargo, una respiración lenta y acompasada ayuda a relajar los nervios que van desde el diafragma hasta el cerebro, enviando el mensaje de que todo está bien. Por eso, una excelente estrategia para controlar los nervios consiste en respirar lentamente. Inhala aire mientras cuentas hasta cinco y siente como tus pulmones se llenan. Después exhala lentamente el aire, contando hasta 5 muy despacio. También puedes practicar ejercicios más específicos, como los de respiración diafragmática, que puedes hacer todos los días para relajarte.
Conecta con la naturaleza. Una de las cosas más relajantes que puedes hacer para controlar los nervios es dar un paseo en la naturaleza, preferentemente rodeado de árboles. Elige un sitio tranquilo y silencioso, puedes simplemente sentarte a disfrutar de esa calma, practicar senderismo o dar un paseo en bicicleta.De hecho, un estudio realizado en la Universidad de Stanford descubrió que las personas que pasean en medio de la naturaleza, en comparación con aquellas que lo hacen en la ciudad, no solo tienen menos pensamientos rumiativos sino que también presentan niveles más bajos de cortisol en sangre, una presión sanguínea más baja y experimentan menos ansiedad. De hecho, en Japón se considera que el pasear en la naturaleza de forma consciente es terapeutico y tienen rutas específicas para ello.
Practica técnicas de relajación. Muchas personas piensan que sentarse delante de la televisión o del ordenador equivale a relajarse, pero en verdad no es así ya que, dependiendo de lo que veas, incluso podrías añadir más tensión a la que ya has acumulado durante el día. Por eso, si te sientes nervioso, es conveniente que practiques técnicas de relajación. Existen diferentes opciones, desde la relajación muscular progresiva de Jacobson hasta el entrenamiento autógeno de Shultz, pero la que yo prefiero, por todos los beneficios que puedes obtener de ella es la autohipnosis. Si quieres aprender autohipnosis tienes toda la información aquí.
Haz deporte. El deporte es una excelente válvula de escape, a través del cual puedes aliviar el nerviosismo. En realidad, no importa de qué deporte se trate, siempre y cuando lo disfrutes. Puedes correr o hacer yoga, nadar o practicar tai-chi. De hecho, el secreto de la práctica de ejercicio físico radica en que contribuye a aumentar los niveles de serotonina y dopamina, unos neurotransmisores que generan la sensación de relajación y satisfacción.
Recurre a la meditación. Existen diferentes técnicas de meditación, como el mindfulness, solo tienes que encontrar la que mejor se adapte a tus características. También puedes recurrir a la visualización, en cuyo caso se trata de evocar imágenes relajantes, que te tranquilicen y te ayuden a controlar el nerviosismo. Cuando practicas la visualización durante mucho tiempo, el simple hecho de evocar esa imagen te ayudará a relajarte automáticamente ya que tu cerebro habrá creado una conexión entre la imagen y la sensación placentera de tranquilidad.
Cuestiona tus pensamientos. Cuando las personas se sienten nerviosas, su mente se desboca y se ven asaltadas por todo tipo de ideas, la mayoría poco realistas. Sin embargo, esas preocupaciones tienen un gran impacto en tu estado emocional y a menudo solo sirven para añadir más leña al fuego. Por eso, una buena estrategia para controlar los nervios consiste en cuestionarse la verosimilitud de esas ideas. Pregúntate: ¿esta preocupación es realista? ¿Cuáles son las probabilidades de que ocurra? ¿Qué es lo peor que podría pasar? ¿Cómo podría lidiar con ello? Es importante que recuerdes que no se trata de una catástrofe sino tan solo de una exageración de tu mente, que está asustada y reacciona como tal.
Cuándo la autoayuda no es suficiente
Aunque estas estrategias de autoayuda son muy eficaces para controlar el nerviosismo, en ocasiones no son suficientes, sobre todo si sufres ansiedad. De hecho, debes recordar que la ansiedad es un trastorno que puede llegar a ser crónico si no se trata a tiempo con las técnicas psicológicas
9 CONSEJOS PARA TENER UN CEREBRO SANO Y FUERTE
Cuanto más nos cuidamos, nuestra salud se verá reforzada en casi todos los
aspectos, y la gente finalmente se está dando cuenta de esta gran verdad que
intentamos transmitir como mejor podemos en este blog. Sin embargo, hay un
órgano que tal vez no le damos la suficiente importancia. Cuidamos nuestro físico,
nuestra dieta… ¿pero cuidamos nuestro cerebro?
En definitiva, no hay órgano más importante que el cerebro. Ya podemos tener un
corazón que funciona perfectamente, unos buenos pulmones, unos músculos muy
fuertes, y un largo etcétera, pero nuestro yo, nuestra personalidad, nuestra conciencia
de todo lo que nos rodea, se encuentra en el cerebro, y éste también requiere sus
cuidados.
Por tanto, es hora de tener en cuenta al cerebro, y qué mejor manera que siguiendo
siguientes consejos que han sido demostrados científicamente. Aquí van:
Cuanto más nos cuidamos, nuestra salud se verá reforzada en casi todos los
aspectos, y la gente finalmente se está dando cuenta de esta gran verdad que
intentamos transmitir como mejor podemos en este blog. Sin embargo, hay un
órgano que tal vez no le damos la suficiente importancia. Cuidamos nuestro físico,
nuestra dieta… ¿pero cuidamos nuestro cerebro?
En definitiva, no hay órgano más importante que el cerebro. Ya podemos tener un
corazón que funciona perfectamente, unos buenos pulmones, unos músculos muy
fuertes, y un largo etcétera, pero nuestro yo, nuestra personalidad, nuestra conciencia
de todo lo que nos rodea, se encuentra en el cerebro, y éste también requiere sus
cuidados.
Por tanto, es hora de tener en cuenta al cerebro, y qué mejor manera que siguiendo
siguientes consejos que han sido demostrados científicamente. Aquí van:
1. Come alimentos con gran variedad y cantidad de nutrientes
Se ha demostrado que la dieta, aparte de tener una clara relación con nuestro estado
físico de salud, influye en gran medida en nuestras emociones y procesos cognitivos.
Por ejemplo, una dieta rica en ácidos grasos omega-3 puede mantener nuestro cerebro
en forma. Por el contrario, una dieta rica en ácidos grasos saturados, puede incrementar
l riesgo de trastornos neurológicos. Por ello, si conocemos de antemano que lo que comemos
a diario afecta a este órgano, podremos conseguir un cerebro sano.
Empieza por comer alimentos que contengan una gran variedad y cantidad
de nutrientes, como huevos, carnes orgánicas, frutas y verduras. Incrementa
el consumo de ácidos grasos omega-3, que pueden ser encontrados en el pescado
l y en las nueces; y evita en la medida de lo posible alimentos procesados.
Se ha demostrado que la dieta, aparte de tener una clara relación con nuestro estado
físico de salud, influye en gran medida en nuestras emociones y procesos cognitivos.
Por ejemplo, una dieta rica en ácidos grasos omega-3 puede mantener nuestro cerebro
en forma. Por el contrario, una dieta rica en ácidos grasos saturados, puede incrementar
l riesgo de trastornos neurológicos. Por ello, si conocemos de antemano que lo que comemos
a diario afecta a este órgano, podremos conseguir un cerebro sano.
Empieza por comer alimentos que contengan una gran variedad y cantidad
de nutrientes, como huevos, carnes orgánicas, frutas y verduras. Incrementa
el consumo de ácidos grasos omega-3, que pueden ser encontrados en el pescado
l y en las nueces; y evita en la medida de lo posible alimentos procesados.
2. Pasa más tiempo con las personas que más quieres
En 2008, un estudio de Harvard demostró que unas buenas relaciones sociales pueden
retrasar la pérdida de memoria a medida que envejecemos. Como consecuencia,
tener la suficiente interacción social con la gente, sobre todo con las personas
que más nos importan, es crucial para que el cerebro permanezca saludable.
Conclusión: pasa más tiempo con tu familia, tus amigos y tu pareja en caso de
tenerla.
En 2008, un estudio de Harvard demostró que unas buenas relaciones sociales pueden
retrasar la pérdida de memoria a medida que envejecemos. Como consecuencia,
tener la suficiente interacción social con la gente, sobre todo con las personas
que más nos importan, es crucial para que el cerebro permanezca saludable.
Conclusión: pasa más tiempo con tu familia, tus amigos y tu pareja en caso de
tenerla.
3. Aprende un segundo idioma u otra actividad nueva para ti
Cuántas veces habremos dicho en Medciencia que el aprendizaje de un nuevo idioma
es muy saludable para nuestro cerebro. Las investigaciones han demostrado que aprender un nuev
idioma puede mejorar las capacidades cognitivas de tu cerebro, previniendo la pérdida de memoria en el
futuro.
Este efecto también se produce si aprendemos a tocar un instrumento musical,
o hacer algo nuevo que nunca antes habíamos realizado. Para un cerebro en
forma, hay que salir de nuestra zona de confort.
Cuántas veces habremos dicho en Medciencia que el aprendizaje de un nuevo idioma
es muy saludable para nuestro cerebro. Las investigaciones han demostrado que aprender un nuev
idioma puede mejorar las capacidades cognitivas de tu cerebro, previniendo la pérdida de memoria en el
futuro.
Este efecto también se produce si aprendemos a tocar un instrumento musical,
o hacer algo nuevo que nunca antes habíamos realizado. Para un cerebro en
forma, hay que salir de nuestra zona de confort.
4. Practica HIIT
El HIIT (Hight Intensity Interval Training), o entrenamiento en intervalos de alta intensidad
, se trata de un tipo de entrenamiento que intercala periodos cortos de ejercicios
cardiovasculares muy intensos con ejercicios de intensidad moderada o baja.
Un estudio demostró que practicar HIIT dos veces a la semana y realizar ejercicios
fuerza dos veces a la semana durante cuatro meses incrementa la oxigenación
del cerebro, así como la cantidad máxima de oxígeno que podemos utilizar y las
funciones cognitivas.
El HIIT (Hight Intensity Interval Training), o entrenamiento en intervalos de alta intensidad
, se trata de un tipo de entrenamiento que intercala periodos cortos de ejercicios
cardiovasculares muy intensos con ejercicios de intensidad moderada o baja.
Un estudio demostró que practicar HIIT dos veces a la semana y realizar ejercicios
fuerza dos veces a la semana durante cuatro meses incrementa la oxigenación
del cerebro, así como la cantidad máxima de oxígeno que podemos utilizar y las
funciones cognitivas.
5. Duerme lo suficiente
La ciencia ha demostrado que no llevar una rutina de sueño correcta puede alterar
significativamente nuestras funciones cerebrales. Aunque las horas de sueño que
necesita cada persona puede variar enormemente, intenta dormir como mínimo siete
horas siguiendo una rutina; es decir, acostarse y despertarse más o menos a la misma
hora todos los días.
¿Por qué esto es tan importante? Porque disponemos de una serie de ritmos biológicos
que se pueden alterar fácilmente si no controlamos las horas de sueño.
La ciencia ha demostrado que no llevar una rutina de sueño correcta puede alterar
significativamente nuestras funciones cerebrales. Aunque las horas de sueño que
necesita cada persona puede variar enormemente, intenta dormir como mínimo siete
horas siguiendo una rutina; es decir, acostarse y despertarse más o menos a la misma
hora todos los días.
¿Por qué esto es tan importante? Porque disponemos de una serie de ritmos biológicos
que se pueden alterar fácilmente si no controlamos las horas de sueño.
6. Aprende a meditar o practicar yoga
En otras palabras, ¡relájate! Esto ya es bastante personal, pues aquí cada uno puede utilizar
una técnica u otra para desconectar de nuestra ajetreada vida diaria.
Un estudio realizado en la Universidad de California (Los Ángeles) ha demostrado que
el yoga y la meditación no solo pueden reducir los niveles de estrés en personas
sanas, sino también en aquéllos con demencia y enfermedad de Alzheimer.
En otras palabras, ¡relájate! Esto ya es bastante personal, pues aquí cada uno puede utilizar
una técnica u otra para desconectar de nuestra ajetreada vida diaria.
Un estudio realizado en la Universidad de California (Los Ángeles) ha demostrado que
el yoga y la meditación no solo pueden reducir los niveles de estrés en personas
sanas, sino también en aquéllos con demencia y enfermedad de Alzheimer.
7. Reduce el consumo de cafeína y alcohol
Un consumo prolongado de cafeína puede ser perjudicial para nuestra salud a largo plazo.
estudio ha demostrado que aunque a corto plazo la cafeína es un importante estimulante,
a la larga puede estrechar los vasos sanguíneos que se encuentran en los lóbulos
temporal y prefrontal de la corteza cerebral, unas áreas muy importantes del
que si se ven afectadas pueden disminuir nuestra memoria y producir depresión.
¿A partir de cuánto la cafeína y el alcohol es perjudicial? Una taza de café cada día o
un par de vasos de vino cada semana no es perjudicial ni mucho menos, pero si
sobrepasas esas cantidades tienes que ir pensando en reducir la cantidad de
alcohol y/o cafeína en beneficio de tu cerebro. La clave está en el equilibrio:
ni mucho, ni poco.
Un consumo prolongado de cafeína puede ser perjudicial para nuestra salud a largo plazo.
estudio ha demostrado que aunque a corto plazo la cafeína es un importante estimulante,
a la larga puede estrechar los vasos sanguíneos que se encuentran en los lóbulos
temporal y prefrontal de la corteza cerebral, unas áreas muy importantes del
que si se ven afectadas pueden disminuir nuestra memoria y producir depresión.
¿A partir de cuánto la cafeína y el alcohol es perjudicial? Una taza de café cada día o
un par de vasos de vino cada semana no es perjudicial ni mucho menos, pero si
sobrepasas esas cantidades tienes que ir pensando en reducir la cantidad de
alcohol y/o cafeína en beneficio de tu cerebro. La clave está en el equilibrio:
ni mucho, ni poco.
8. Ahorra un poco de dinero cada día
¿Y qué tiene que ver ahorrar dinero con tener un cerebro saludable? Aunque de primera
s parece que ahorrar dinero no tiene ningún impacto en nuestro cerebro, sí que tiene
a cierta relación: como ahorrar dinero produce importantes efectos en nuestros
propósitos financieros, en último término afecta a nuestras funciones cerebrales.
De nuevo, la ciencia ha demostrado que si tenemos un plan de seguros financieros
pensado, esto puede mejorar nuestras funciones superiores como la organización
y la planificación de eventos futuros.
¿Y qué tiene que ver ahorrar dinero con tener un cerebro saludable? Aunque de primera
s parece que ahorrar dinero no tiene ningún impacto en nuestro cerebro, sí que tiene
a cierta relación: como ahorrar dinero produce importantes efectos en nuestros
propósitos financieros, en último término afecta a nuestras funciones cerebrales.
De nuevo, la ciencia ha demostrado que si tenemos un plan de seguros financieros
pensado, esto puede mejorar nuestras funciones superiores como la organización
y la planificación de eventos futuros.
9. Añade aceite de coco a tu dieta
Un reciente estudio ha demostrado que añadiendo aceite de coco a nuestra dieta
podemos reducir el riesgo de enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de
Alzheimer y el Parkinson. Esto se debe a que el aceite de coco contiene triglicéridos
ácidos grasos de cadena media que son los responsables de incrementar nuestras
capacidades cognitivas desde que se consume por primera vez.
En resumidas cuentas, mantener joven tu cerebro es tan fácil como seguir cada uno
de estos consejos. ¿Cuál de ellos vas a escoger? Os invito a que si tenéis cualquier otro
tipo de sugerencia lo compartáis conmigo, gracias.
Un reciente estudio ha demostrado que añadiendo aceite de coco a nuestra dieta
podemos reducir el riesgo de enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de
Alzheimer y el Parkinson. Esto se debe a que el aceite de coco contiene triglicéridos
ácidos grasos de cadena media que son los responsables de incrementar nuestras
capacidades cognitivas desde que se consume por primera vez.
En resumidas cuentas, mantener joven tu cerebro es tan fácil como seguir cada uno
de estos consejos. ¿Cuál de ellos vas a escoger? Os invito a que si tenéis cualquier otro
tipo de sugerencia lo compartáis conmigo, gracias.
jueves, 5 de enero de 2017
MEJORA TU AUTOESTIMA EN 10 SENCILLOS PASOS
www.mipsicologaenvalencia.com
La autoestima es un conjunto de percepciones, pensamientos, evaluaciones, sentimientos y tendencias de comportamiento, todo ello dirigido hacia nosotros mismos, hacia nuestra manera de ser y de percibir, que interfiere en nuestro cuerpo y nuestro carácter. En resumen, es la percepción que tenemos de nuestra persona.
Y es importante por ser básicamente un referente claro de tu modo de proceder en la vida. Por ello, afecta a tu manera de ser y de estar en el mundo, es decir, contigo mismo y con los demás. Nada en tu forma de percibir tu entorno, de sentir, de decidir y de actuar escapa a la influencia de la poderosa autoestima.
Interviene en casi todo -por no decir " en todo"- lo que haces. Las personas con una alta autoestima rinden más y les resulta más fácil relacionarse socialmente. Tienden a tener mejores relaciones, son más felices y les cuesta menos enfrentarse a los errores, decepciones y fracasos, y es más probable que insistan en algo hasta que lo consigan. Es cierto que hay personas que "nacen" con una predisposición o carácter alegre, y otras no. Pero no por ello hay que desistir en adquirirla. Si no eres de los afortunados, cuesta algo de trabajo conseguirla y mantenerla, pero como todo lo bueno, el esfuerzo merece la pena: la autoestima será una fiel compañera para toda tu vida.
Incluso las personas con una saludable autoestima a veces se ven azotadas por crisis interiores. No hay que temerlas; es una buena oportunidad para afianzarnos como persona y crecer.
Todos tenemos una imagen mental de quiénes somos, qué aspecto tenemos, en qué somos buenos y cuáles son nuestros puntos débiles. Nos formamos (y forjamos, con fuego candente) esa idea de nosotros mismos a lo largo de los años, empezando en la más tierna infancia. Esa percepción subjetiva se llamará "autoimagen": la imagen mental que una persona tiene de sí misma. Gran parte de nuestra autoimagen se basa en las interacciones que hacemos con los demás, nuestras experiencias vitales y el valor personal que le otorgamos a los acontecimientos. Y el resultado de ese retrato mental (autoimagen) contribuye a modelar nuestra autoestima.
En definitiva, tu autoestima dependerá de cómo te sientes valorado, querido y aceptado por los otros, y también de cómo te valoras, te quieres y te aceptas a ti mismo.
El baremo de una buena y sana autoestima se traduce en sentirse bien en la propia piel, apreciar la valía personal, estar orgulloso de las propias capacidades, habilidades y logros, y aceptar que hay altibajos en la vida y uno no siempre consigue lo que desea, a pesar de poseer toda una fortaleza interior y animosidad envidiables. Pero eso sí, si algo diferencia a los propietarios de una buena autoestima es las ganas de levantarse y continuar, de asimilar una derrota temporal. Por el contrario, las personas con baja autoestima sienten, ridícula y obsesivamente, que no gustarán a nadie, que nadie los aceptará jamás o que no son buenos en nada. Suelen ser exagerados en sus percepciones y poco realistas. Digamos que suelen ver "el vaso medio vacío", que en el equivalente a la autoimagen, sería "fijarse solamente en sus peores cualidades o en sus puntos débiles".
Todos tenemos problemas con nuestra autoestima en determinados momentos de la vida, especialmente en la adolescencia, cuando uno descubre quién es y cuál es su lugar en el mundo. Pero también ya de adultos pasamos por periodos críticos (separación de pareja, pérdida de trabajo, enfermedades, etc.) y épocas de cambios que obligan a replantearse qué estamos haciendo, adónde vamos y por qué. Es decir, incluso las personas con una saludable autoestima a veces se ven azotadas por crisis interiores. No hay que temerlas; es una buena oportunidad para afianzarnos como persona y crecer.
La buena noticia es que, como la imagen que tenemos de nosotros mismos va cambiando a lo largo del tiempo, la autoestima no es algo inamovible, ni fijo para toda la vida. Así que, si sientes que tu autoestima no es todo lo óptima que debería ser, puedes mejorarla. Siempre.
Si quieres ponerte a ello, aquí tienes 10 consejos para empezar:
- Acepta tus pensamientos negativos sobre ti mismo y piensa positivamente. Si estás acostumbrado a centrar la atención en tus defectos, empieza a fijarte en los aspectos positivos. De esa manera, estos se superpondrán a los negativos, y ganarán la batalla. Asume que tienes pensamientos de minusvaloración, pero no centres tu atención en ellos. No les hagas caso. Déjalos correr. Cuando te des cuenta de que estás siendo demasiado crítico contigo, contrarresta diciéndote algo positivo sobre tu persona. Y cada día anota dos o tres cosas sobre ti que te hagan sentir bien.
- Ponte como objetivo el "logro" en vez de la "perfección". Algunas personas se acaban paralizando debido a sus ansias de ser perfectas. En lugar de frenarte con pensamientos como: "No iré a nadar hasta que haya perdido 10 kg", piensa en que esos 10 kg los perderás precisamente nadando. Y que lo importante es empezar. Disfruta del camino y ve a por ello. No esperes a estar preparado y con ganas para actuar. Verás como la acción es el motor para sentirte bien, con más ganas.
- "Unas veces se gana y otras se aprende". Los errores son unas magníficas oportunidades de aprendizaje. Acepta que cometerás errores, porque todo el mundo los comete. Y además, son buenos catalizadores. Los errores forman parte de la evolución. Quien nunca se equivoca, no avanza, no descubre nada nuevo. Recuerda que las aptitudes de una persona están en constante desarrollo y que cada uno sobresale en cosas diferentes. Es lo que hace interesante a cada cual.
- Comienza cosas nuevas. Experimenta con diferentes actividades que te pongan en contacto con tus aptitudes. Luego te sentirás orgulloso de las nuevas habilidades que has adquirido.
- Identifica lo que puedes cambiar y lo que no. Si te das cuenta de que hay algo tuyo que no te hace feliz y está en tus manos cambiarlo, empieza ahora mismo. Si se trata de algo que no puedes cambiar (eres bajito, tu color de piel...), tu trabajo será quererte tal y como eres. Concéntrate en potenciar solo lo bueno, seguro que lo tienes. Y recuerda: todos estamos disconformes con algo nuestro.
- Márcate objetivos. Escribe qué te gustaría conseguir y luego diseña un plan para hacerlo, un listado de acciones que te encaminen hacia lo que quieres. Ponte a ello y ve anotando tus progresos.
- Siéntete orgulloso de tus opiniones e ideas. No tengas miedo de expresarlas, es sano.
- Colabora en una labor social. Se generoso con tu entorno. No te guardes lo que puede ayudar, e incluso encantar, a los demás. Ayuda a un compañero de trabajo o un vecino que tiene algún problema; colabora en la limpieza de tu barrio; participa en una carrera benéfica por una buena causa o hazte voluntario de alguna asociación. Sentir que aportas algo y eres importante para alguien hace maravillas para aumentar la autoestima. Mira este vídeo: "Descubre el secreto de la felicidad: COMPARTE".
- ¡Haz ejercicio! Mitigarás el estrés y además estarás más sano y más alegre. El deporte aumenta milagrosamente el estado de ánimo. No sólo alivia los síntomas depresivos, también parece evitar que se repitan.
- Disfruta y pásalo bien. Diviértete compartiendo tu tiempo con personas que te importan y haciendo lo que te gusta. Vive el momento, no dejes que tu vida se guíe por lo que pudo ser, lo que podrá ser o lo que "hace todo el mundo". Sé egoísta en ese aspecto y elige a la gente y las actividades que de verdad conecten contigo.
Aunque en algún momento habrás llegado a pensar que ya es tarde, recuerda que siempre estarás a tiempo para construir una autoestima positiva y sana. En algunas personas, cuando la herida emocional de la baja autoestima es muy profunda o duradera, es posible que sea necesaria la ayuda de un profesional de la salud mental, como un psicólogo o terapeuta. Recuerda que los expertos actuamos a modo de guía, ayudando a las personas a quererse a sí mismas para que se den cuenta de lo que las hace únicas y especiales. Todos lo somos, y tú no eres una excepción.
La autoestima es un conjunto de percepciones, pensamientos, evaluaciones, sentimientos y tendencias de comportamiento, todo ello dirigido hacia nosotros mismos, hacia nuestra manera de ser y de percibir, que interfiere en nuestro cuerpo y nuestro carácter. En resumen, es la percepción que tenemos de nuestra persona.
Y es importante por ser básicamente un referente claro de tu modo de proceder en la vida. Por ello, afecta a tu manera de ser y de estar en el mundo, es decir, contigo mismo y con los demás. Nada en tu forma de percibir tu entorno, de sentir, de decidir y de actuar escapa a la influencia de la poderosa autoestima.
Interviene en casi todo -por no decir " en todo"- lo que haces. Las personas con una alta autoestima rinden más y les resulta más fácil relacionarse socialmente. Tienden a tener mejores relaciones, son más felices y les cuesta menos enfrentarse a los errores, decepciones y fracasos, y es más probable que insistan en algo hasta que lo consigan. Es cierto que hay personas que "nacen" con una predisposición o carácter alegre, y otras no. Pero no por ello hay que desistir en adquirirla. Si no eres de los afortunados, cuesta algo de trabajo conseguirla y mantenerla, pero como todo lo bueno, el esfuerzo merece la pena: la autoestima será una fiel compañera para toda tu vida.
Incluso las personas con una saludable autoestima a veces se ven azotadas por crisis interiores. No hay que temerlas; es una buena oportunidad para afianzarnos como persona y crecer.
Todos tenemos una imagen mental de quiénes somos, qué aspecto tenemos, en qué somos buenos y cuáles son nuestros puntos débiles. Nos formamos (y forjamos, con fuego candente) esa idea de nosotros mismos a lo largo de los años, empezando en la más tierna infancia. Esa percepción subjetiva se llamará "autoimagen": la imagen mental que una persona tiene de sí misma. Gran parte de nuestra autoimagen se basa en las interacciones que hacemos con los demás, nuestras experiencias vitales y el valor personal que le otorgamos a los acontecimientos. Y el resultado de ese retrato mental (autoimagen) contribuye a modelar nuestra autoestima.
En definitiva, tu autoestima dependerá de cómo te sientes valorado, querido y aceptado por los otros, y también de cómo te valoras, te quieres y te aceptas a ti mismo.
El baremo de una buena y sana autoestima se traduce en sentirse bien en la propia piel, apreciar la valía personal, estar orgulloso de las propias capacidades, habilidades y logros, y aceptar que hay altibajos en la vida y uno no siempre consigue lo que desea, a pesar de poseer toda una fortaleza interior y animosidad envidiables. Pero eso sí, si algo diferencia a los propietarios de una buena autoestima es las ganas de levantarse y continuar, de asimilar una derrota temporal. Por el contrario, las personas con baja autoestima sienten, ridícula y obsesivamente, que no gustarán a nadie, que nadie los aceptará jamás o que no son buenos en nada. Suelen ser exagerados en sus percepciones y poco realistas. Digamos que suelen ver "el vaso medio vacío", que en el equivalente a la autoimagen, sería "fijarse solamente en sus peores cualidades o en sus puntos débiles".
Todos tenemos problemas con nuestra autoestima en determinados momentos de la vida, especialmente en la adolescencia, cuando uno descubre quién es y cuál es su lugar en el mundo. Pero también ya de adultos pasamos por periodos críticos (separación de pareja, pérdida de trabajo, enfermedades, etc.) y épocas de cambios que obligan a replantearse qué estamos haciendo, adónde vamos y por qué. Es decir, incluso las personas con una saludable autoestima a veces se ven azotadas por crisis interiores. No hay que temerlas; es una buena oportunidad para afianzarnos como persona y crecer.
La buena noticia es que, como la imagen que tenemos de nosotros mismos va cambiando a lo largo del tiempo, la autoestima no es algo inamovible, ni fijo para toda la vida. Así que, si sientes que tu autoestima no es todo lo óptima que debería ser, puedes mejorarla. Siempre.
Si quieres ponerte a ello, aquí tienes 10 consejos para empezar:
- Acepta tus pensamientos negativos sobre ti mismo y piensa positivamente. Si estás acostumbrado a centrar la atención en tus defectos, empieza a fijarte en los aspectos positivos. De esa manera, estos se superpondrán a los negativos, y ganarán la batalla. Asume que tienes pensamientos de minusvaloración, pero no centres tu atención en ellos. No les hagas caso. Déjalos correr. Cuando te des cuenta de que estás siendo demasiado crítico contigo, contrarresta diciéndote algo positivo sobre tu persona. Y cada día anota dos o tres cosas sobre ti que te hagan sentir bien.
- Ponte como objetivo el "logro" en vez de la "perfección". Algunas personas se acaban paralizando debido a sus ansias de ser perfectas. En lugar de frenarte con pensamientos como: "No iré a nadar hasta que haya perdido 10 kg", piensa en que esos 10 kg los perderás precisamente nadando. Y que lo importante es empezar. Disfruta del camino y ve a por ello. No esperes a estar preparado y con ganas para actuar. Verás como la acción es el motor para sentirte bien, con más ganas.
- "Unas veces se gana y otras se aprende". Los errores son unas magníficas oportunidades de aprendizaje. Acepta que cometerás errores, porque todo el mundo los comete. Y además, son buenos catalizadores. Los errores forman parte de la evolución. Quien nunca se equivoca, no avanza, no descubre nada nuevo. Recuerda que las aptitudes de una persona están en constante desarrollo y que cada uno sobresale en cosas diferentes. Es lo que hace interesante a cada cual.
- Comienza cosas nuevas. Experimenta con diferentes actividades que te pongan en contacto con tus aptitudes. Luego te sentirás orgulloso de las nuevas habilidades que has adquirido.
- Identifica lo que puedes cambiar y lo que no. Si te das cuenta de que hay algo tuyo que no te hace feliz y está en tus manos cambiarlo, empieza ahora mismo. Si se trata de algo que no puedes cambiar (eres bajito, tu color de piel...), tu trabajo será quererte tal y como eres. Concéntrate en potenciar solo lo bueno, seguro que lo tienes. Y recuerda: todos estamos disconformes con algo nuestro.
- Márcate objetivos. Escribe qué te gustaría conseguir y luego diseña un plan para hacerlo, un listado de acciones que te encaminen hacia lo que quieres. Ponte a ello y ve anotando tus progresos.
- Siéntete orgulloso de tus opiniones e ideas. No tengas miedo de expresarlas, es sano.
- Colabora en una labor social. Se generoso con tu entorno. No te guardes lo que puede ayudar, e incluso encantar, a los demás. Ayuda a un compañero de trabajo o un vecino que tiene algún problema; colabora en la limpieza de tu barrio; participa en una carrera benéfica por una buena causa o hazte voluntario de alguna asociación. Sentir que aportas algo y eres importante para alguien hace maravillas para aumentar la autoestima. Mira este vídeo: "Descubre el secreto de la felicidad: COMPARTE".
- ¡Haz ejercicio! Mitigarás el estrés y además estarás más sano y más alegre. El deporte aumenta milagrosamente el estado de ánimo. No sólo alivia los síntomas depresivos, también parece evitar que se repitan.
- Disfruta y pásalo bien. Diviértete compartiendo tu tiempo con personas que te importan y haciendo lo que te gusta. Vive el momento, no dejes que tu vida se guíe por lo que pudo ser, lo que podrá ser o lo que "hace todo el mundo". Sé egoísta en ese aspecto y elige a la gente y las actividades que de verdad conecten contigo.
Aunque en algún momento habrás llegado a pensar que ya es tarde, recuerda que siempre estarás a tiempo para construir una autoestima positiva y sana. En algunas personas, cuando la herida emocional de la baja autoestima es muy profunda o duradera, es posible que sea necesaria la ayuda de un profesional de la salud mental, como un psicólogo o terapeuta. Recuerda que los expertos actuamos a modo de guía, ayudando a las personas a quererse a sí mismas para que se den cuenta de lo que las hace únicas y especiales. Todos lo somos, y tú no eres una excepción.
miércoles, 4 de enero de 2017
Estrés crónico: causas, síntomas y tratamiento
Una fuente de ansiedad constante que, si no se trata, puede tomar el control de nuestras vidas.
El estrés es un fenómeno muy extendido en la actualidad. Las causas que propician la aparición de sus síntomas son muchas, sin embargo, el estilo de vida y la cultura de las sociedades occidentales contribuyen notablemente al surgimiento de esta afectación.
Existen distintos tipos de estrés: estrés agudo, estrés crónico, estrés post-traumático, etc. Si quieres saber más sobre las distintas clases de estrés, puedes visitar nuestro artículo: Tipos de Estrés y sus desencadenantes.
Estrés crónico y estrés agudo
Es importante diferenciar entre el estrés agudo y el estrés crónico. El estrés agudo se produce en momentos puntuales y de forma temporal, como respuesta a la experimentación de uno o varios sucesos altamente estresantes, y como resultado la persona padece un cuadro de ansiedad. Aunque el estrés puede ser positivo en pequeñas dosis, en dosis elevadas puede afectar a nuestra salud tanto mental como física: dolores musculares, dolores de cabeza, agotamiento, problemas gástricos, taquicardia, etc.
El estrés, sin embargo, también puede ser crónico, que es una forma más dañina de experimentar esta condición. Cuando el estrés se prolonga en el tiempo, se produce un agotamiento físico, emocional o mental que tiene consecuencias en la autoestima y la salud de la persona afectada, provocando incluso una severa depresión. Ya sea porque la persona vive en un entorno hostil en tiempos de guerra, es incapaz de pagar una deuda hipotecaria, sufre el síndrome del quemado en el trabajo o no es capaz de afrontar el divorcio, el resultado es devastador y tiene un fuerte impacto en su bienestar emocional y general.
Causas del estrés crónico
El estrés crónico tiene una característica particular que le diferencia de otros tipos de estrés. Y es que el evento o factor estresante se manifiesta una y otra vez, es decir, que el estresor no es temporal y permanece inmodificable a lo largo del tiempo.
Por ejemplo, un estudiante universitario puede vivir una situación estresante cuando se acercan los exámenes y se da cuenta de que ha dejado pasar el tiempo este curso. Durante un mes intenta estudiar todo lo que debería haber estudiado durante el año, pero no tiene suficiente tiempo ni recursos para aprobar la asignatura. Una vez superada la época de exámenes, ese evento estresante desaparecerá, y el estudiante podrá planificar y gestionar mejor su tiempo para el curso siguiente. El alumno ha vivido una situación de estrés agudo.
Un ejemplo de estrés crónico
No ocurre lo mismo en el estrés crónico, porque el evento estresante se presenta una y otra vez, de forma repetida a lo largo del tiempo. Puede ocurrir que se sienta quemado en el trabajo porque el estilo de liderazgo de su superior le está provocando una situación angustiosa día sí día también, pues su jefe no tiene en cuenta su potencial, le critica constantemente y, al no darle órdenes claras y concretas, le está provocando ambigüedad y conflicto de rol.
También puede ocurrir que un individuo se vea envuelto en una deuda hipotecaria que le obliga a pagar una cantidad a la que no puede hacer frente. Los meses pasan y cada vez está más endeudado, lo que le está provocando ansiedad, desesperación, insomnio, una depresión severa y, además, no le ve salida. Ambos casos son ejemplos de estrés crónico.
Como ves, las causas pueden ser variadas, no obstante, la frecuencia de presentación del estresor es lo que provoca las consecuencias dañinas para la salud mental. Ahora bien, hay que tener claro que, en ocasiones, no es el evento estresante en sí lo que provoca el estrés, sino cómo interpretamos este evento y cómo lo afrontamos. Nuestras creencias y nuestros recursos tienen gran importancia. Por eso, lo que para una persona puede ser estresante, para otra no lo es.
Síntomas del estrés crónico
La persona con estrés crónico, a diferencia de la que sufre estrés agudo, muchas veces no es consciente de lo que le está ocurriendo, pues se ha acostumbrado a esta situación pese a no haberla superado. Esto puede provocar un efecto muy perjudicial, lo que se conoce como indefensión aprendida (pincha aquí para saber más). La indefensión aprendida dificulta seriamente la búsqueda de ayuda y el tratamiento.
Así que es importante prestar atención a sus síntomas tanto físicos como psicológicos para poder salir de esta situación. Generalmente, el estrés crónico se manifiesta de distintas maneras:
- Enfermedades del aparato digestivo, enfermedades cutáneas y problemas cardíacos.
- Sentimientos de inseguridad y el sentimiento de indefensión aprendida.
- Insomnio
- Ansiedad
- Depresión
- Fatiga emocional
- Abuso de alcohol o sustancias
Estos síntomas y muchos otros no solo afectan a la persona, sino también a su entorno más cercano, dificultando, en muchas ocasiones, las relaciones interpersonales sanas con su familia o su pareja.
Burnout o estrés crónico en el trabajo
Uno de los tipos de estrés crónico más frecuentes es el burnout o síndrome del quemado, que ocurre en el entorno laboral y que, en los últimos años, se ha agravado en muchos sectores profesiones debido a la crisis y los recortes de personal.
Las causas del burnout pueden ser diversas, y tienen su origen tanto en las expectativas de los empleados o su capacidad de hacer frente al problema, como en distintos factores que dependen pura y exclusivamente de las prácticas de la empresa o la organización. Por ejemplo: los estilos de liderazgo, el fracaso en los procesos de selección o la sobrecarga de rol.
Los estudios en esta línea de investigación señalan que el burnout se manifiesta de la siguiente manera:
- Desgaste y agotamiento emocional: fatiga y cansancio mental.
- Despersonalización: actitudes negativas hacia la empresa y el trabajo, por ejemplo, irritabilidad o pérdida de motivación.
- Falta de realización personal y profesional: efecto negativo en la autoestima personal, expectativas frustradas y manifestaciones de estrés a nivel fisiológico, cognitivo y conductual.
- Puedes profundizar en este tema en nuestro artículo: “Burnout síndrome de quemado en el trabajo
Tratamiento del estrés crónico
Desde las primeras investigaciones sobre el estrés, llevadas a cabo por Hans Selye, en la década de los 50, muchos expertos han ido aportando más y más conocimiento sobre qué es, cómo funciona y cuál es la mejor manera de tratar esta condición. Una de las teorías que más se ha empleado es el Modelo demanda-control-apoyo social de Karasek y Johnson (1986), que funciona especialmente bien para en lo que respecta al estrés laboral.
Desde este modelo se entiende que la fuente de estrés se encuentra en el desajuste entre las demandas existentes y el control que tiene la persona para afrontar dichas demandas. En otras palabras, lo que determina la aparición del estrés es la interacción entre la persona y la situación estresante. Por tanto, el problema puede atacarse de dos maneras: cambiando o evitando el evento estresante o, por contra, cambiando la manera como la persona percibe y afronta esta situación.
Acudir al psicólogo para superar el estrés
La mejor manera de superar el estrés crónico, evidentemente, es erradicando el factor causante, aunque esto no siempre es posible. Puede ser una alternativa dejar el trabajo o divorciarse cuando el problema esta en nuestro empleo o la relación con nuestra pareja, pero, ¿qué ocurre con un parado de larga duración o un miembro de una familia sin recursos económicos que es incapaz de pagar su deuda?
Estos casos requieren ayuda psicológica profesional, porque esta situación puede suponer graves problemas en el futuro si no se combate adecuadamente este fenómeno. Dicho de otro modo, es necesario buscar tratamiento y aprender herramientas prácticas para afrontar esta situación negativa. La necesidad de acudir a un psicólogo clínico puede ser clave para aprender a gestionar las emociones y sensaciones negativas asociadas al estrés.
En el mejor de los casos, bastará con un cambio radical del estilo de vida, como cuidar la alimentación, practicar ejercicio físico de manera regular, dedicar tiempo al ocio y buscar momentos para la relajación
jueves, 29 de diciembre de 2016
CLAVES PARA MEJORAR TU RELACIÓN DE PAREJA
A veces, después de discutir con nuestra pareja, sentimos mucha rabia porque creemos que no hemos podido expresarnos con claridad y que el tono de la conversación ha subido de tal forma que hemos acabado discutiendo y enfadados.
La comunicación es la manera que tenemos de relacionarnos con los otros, de sentirnos integrados y en bienestar.
Os voy a exponer varias pautas para mejorar la comunicación con vuestra pareja:
-Controlar nuestros impulsos. Tener un estado de ánimo sosegado, nos va a ayudar a expresarnos mejor, y a que la otra persona nos escuche mejor.
-Buscar el momento adecuado para tener la conversación. Sobretodo cuando queremos hablar con nuestra pareja sobre un tema importante, hay que elegir un momento del día en el que sepamos que ambos vamos a estar relajados. Después de la cena, tomando una infusión en la terraza, o quizás en el fin de semana, cuando el estrés no se apodere de nosotros. Hay que evitar comenzar conversaciones importantes si estás estresad@.
-Con un buen comienzo es más fácil un buen final. Si comenzamos la conversación con calma, con silencios, de una manera reflexiva, la otra persona entra también en nuestra dinámica, y las palabras fluyen.
-La escucha. Es más importante escuchar que hablar. Lo mejor para motivar a una persona, es escucharla, darle tu tiempo es un gesto de generosidad que la otra persona sabrá apreciar y os unirá.
-Deja a un lado el orgullo y los reproches. No sirven más que para empeorarlo todo. Si estas muy enfadad@, tómate un momento para ti, y verás como pasado un rato, relativizas y lo ves todo con una visión más amigable, incluso igual te ríes de ti mism@.
-No tomarse las cosas de forma personal. Si tu pareja te comenta algo sobre ti mism@ que no le gusta, no te lo tomes de forma personal. Seguramente se está refiriendo a un aspecto concreto que le ha molestado, del que se puede dialogar, pero no des por hecho que se está metiendo contigo. Del mismo modo, si hay un aspecto suyo que no te gusta, házselo saber pero siempre desde el respeto. Piensa en cómo te gustaría que te lo dijeran a ti.
-Muy importante, no dejes de dialogar por miedo a no ser entendid@. Si dejas de hablar sobre cosas que para ti son importantes, porque piensas que no sois capaces de llegar a un acuerdo, peligra vuestra relación. He visto muchas parejas que se ha separado precisamente por no remar hacia la misma dirección, callar y no dialogar por miedo al enfrentamiento. Al final, uno de los dos explota y la relación se rompe.
Respecto, sosiego, escucha y ponte en el lugar del otro. Trata a tu pareja como a ti mism@ y ¡feliz viaje!
Si pasas por un momento así, venir y os ayudo. No perdéis nada, primera sesión gratis!!
martes, 27 de diciembre de 2016
Depresión Navideña
La Navidad, aunque tendemos a relacionarla con sentimientos positivos de alegría y refuerzo de los lazos familiares, puede convertirse para algunas personas en la época más temida del año. La tristeza, la melancolía, el estrés o la depresión son sentimientos y estados de ánimo que se esconden, o que no siempre queremos ver, detrás de las fechas navideñas. En términos coloquiales se habla de depresión navideña, aunque hay que subrayar que no es la navidad en sí la que provoca estos sentimientos negativos, sino la interpretación que hacemos cada uno sobre lo que deberíamos hacer, tener o sentir en estas fechas. En otras palabras, la depresión navideña, también denominada depresión blanca o blues de Navidad, no es un trastorno en sí, sino un estado de ánimo negativo y pasajero provocado por nuestra reacción ante una serie de estímulos exteriores (desde la decoración navideña a la música de los villancicos o las reuniones familiares).
Síntomas
Inapetencia, nostalgia, tristeza, ansiedad, dificultades para conciliar el sueño… son los síntomas más comunes que acompañan a la depresión navideña. Además, el sentimiento de nostalgia suele estar relacionado con la añoranza de épocas pasadas y con la sensación de tener que sentirse alegre de manera obligatoria. No podemos olvidar que determinadas circunstancias personales y familiares, como la pérdida de un ser querido, el estar alejado de la familia por motivos laborales o estar atravesando problemas económicos o laborales, puedan agravar nuestro bajo estado de ánimo en épocas como las fechas navideñas. Sentir que no podemos cumplir con las expectativas o los deseos que nos embriagan durante la Navidad puede aumentar la sensación de frustración y tristeza.
Depresión y fobia social
Los expertos en psicología también incluyen otro perfil de personas más vulnerables a padecer la denominada depresión blanca o navideña, y son aquellas que padecen fobia social, personas con problemas para empatizar con los demás e integrarse y que tienden a evitar los encuentros navideños, así como las que tienen agorafobia o miedo a los espacios abiertos y a las multitudes. En estos casos, los síntomas más comunes son sudoración de manos, taquicardias, ataques de pánico, ansiedad y mareos.
¿Qué hacer?
Lo primero de todo es identificar la causa real que nos provoca la sensación de tristeza y bajo estado de ánimo.
Si los síntomas persisten durante más de dos semanas conviene ponerse en manos de un especialista, al igual que si no es la primera vez que la navidad nos provoca sentimientos negativos. Es importante hablar, ser escuchado y saber que se cuenta con el apoyo de los familiares y amigos más cercanos.
De igual manera es fundamental no dejarse llevar por los anuncios y mensajes que nos bombardean durante estas fechas y que nos pueden abocar a ser demasiado consumistas, olvidándonos del verdadero espíritu navideño, que no es otro que compartir. La navidad no solo está presente, ni mucho menos, en las grandes reuniones familiares o en los mejores regalos, sino en los pequeños detalles. Conviene marcarse unas expectativas reales sobre cómo celebrar la navidad.
Los expertos en psicología aconsejan tratar de ver el lado positivo de todo, y evitar estar las 24 horas pensando en lo que no podemos tener o hacer ya que eso solo elevará nuestro nivel de ansiedad y malestar emocional. Es importante apoyarse en las personas que tenemos cerca para no estar ni sentirse solo y, sobre todo, no dejarse arrastrar por situaciones o acontecimientos pasados sobre los que ya no podemos actuar. Un buen consejo es tratar de convertir ese sentimiento de nostalgia que parece invadirnos en agradecimiento por lo que realmente tenemos y disfrutamos, porque las pequeñas cosas son las que dan sentido a la vida.
La Compra Compulsiva
Qué es la compra compulsiva
Muchas veces con la llegada de las rebajas hay quien gasta más de lo que puede, pero existe una parte de la población para los que estas fechas sólo son una excusa perfecta para comprar de todo y a todas horas. El hecho de comprar un poco más de la cuenta es algo normal, dada la sociedad en la que nos movemos, pero esta actividad se puede convertir en algo peligroso e incluso patológico.
Los expertos hablan de compra compulsiva como de un trastorno que se caracteriza, básicamente, por una urgencia irresistible de compra masiva de objetos superfluos. Esta adquisición se acompaña de sentimientos de ansiedad, irritabilidad y nerviosismo. Tras un breve período de alivio temporal de la tensión, la persona experimenta un sentimiento de culpa que no le impide, sin embargo, volver a comprar, ya que no hay ningún control sobre los impulsos y no se distingue entre deseo y necesidad.
Perfil del comprador compulsivo
La compra compulsiva la sufren aquellas personas que compran sólo por el placer de comprar, no porque necesitan lo que adquieren. El perfil de la persona que padece adicción a la compra es muy similar al del ludópata. Para muchos compradores compulsivos, la compra les otorga el poder de decisión negado en su entorno familiar o laboral.
El sector de la población que destaca como compradores compulsivos son mujeres jóvenes, con un nivel económico, cultural y profesional elevado. La compra compulsiva suele comenzar a los 18 años y se manifiesta como un problema entre 7 y 10 años más tarde, por las deudas acumuladas, sensación de ser rechazado, sentimientos de culpa, dificultades financieras, legales, problemas conyugales y familiares.
Causa / Etiología de la compra compulsiva
Se desconoce la causa de la compra compulsiva, pero en el ámbito profesional se esgrime como razones que provocan este trastorno el tipo de vida de las sociedades consumistas y las posibles carencias afectivas y descompensaciones personales o profesionales, a las que se da salida con compras excesivas de objetos para uno mismo o para los demás.
De una manera más detallada, las principales causas de la adicción al consumo son las siguientes
a) preexistencia de rasgos psicológicos específicos (ser caprichoso e impulsivo, un nivel alto de ansiedad en relación con la compra, etc.);
b) insatisfacción personal;
c) atracción por los estímulos de consumo;
d) mayor aceptación de valores consumistas y vulnerabilidad psicológica hacia los mensajes que relacionan el consumo con la felicidad y el éxito social;
e) bajo nivel de autoestima y desconfianza hacia las propias aptitudes o habilidades.
b) insatisfacción personal;
c) atracción por los estímulos de consumo;
d) mayor aceptación de valores consumistas y vulnerabilidad psicológica hacia los mensajes que relacionan el consumo con la felicidad y el éxito social;
e) bajo nivel de autoestima y desconfianza hacia las propias aptitudes o habilidades.
La compra compulsiva es como cualquier otro comportamiento obsesivo. Es un trastorno de una conducta normal que, en este caso, a fuerza de repetirse y de provocar una sensación agradable, pasa a ser buscada con ansiedad.
Tratamiento de la compra compulsiva
Los psicólogos recomiendan combinar el tratamiento farmacológico con diversas medicaciones psicotrópicas, incluyendo antidepresivos, ansiolíticos, estabilizadores del humor o antipsicóticos. Últimamente también se les trata con medicación antiobsesiva a dosis inferiores a la del trastorno obsesivo-compulsivo (fluvoxamina, un antidepresivo inhibidor de la recaptación de serotonina). Además, conviene aplicar diferentes tipos de terapia (terapia grupal, psicoterapia individual cognitivo-conductual, etc.) para mejorar la autoestima.
miércoles, 21 de diciembre de 2016
Regalo Ideal
Se acerca la Navidad y es el momento en el empezamos a preparar la carta a los Reyes Magos de toda la familia. Si los adultos solemos pedir los mayores caprichos del año, los más pequeños reclaman también atención y regalos especiales. Pero en ocasiones es complicado saber elegir qué es lo más apropiado para cada niño, especialmente en la etapa inicial de su desarrollo

Por este motivo, Deanna Marie Mason, experta en educación y salud familiar con más de 20 años de trayectoria profesional, ha recopilado una serie de recomendaciones para que según la edad y etapa de desarrollo de los más pequeños, podamos elegir el juguete más apropiado. Mamá Psicóloga Infantil quiere compartirlos contigo para que puedas acertar con los juguetes de tus peques. Te lo cuento a continuación en función de la edad.
Recién nacido (de 0 a 6 meses)
Los bebés necesitan algún elemento que les aporte seguridad. Están acostumbrados a estar con sus padres, por lo que es importante ofrecerles un peluche o muñeco blando que les transmita seguridad. Además, son recomendables los arcos de actividad, ya que los colgantes con colores, luz y sonido, ayudan a mejorar su coordinación y fuerza.
Bebés de 6 a 12 meses:
Para estos niños es recomendable tener a mano un mordedor. Alrededor de los 6 meses empieza la dentición, por lo que les ayudará en el proceso. Además, los sonajeros potencian su coordinación. Con unos 10 meses pueden empezar a jugar con bloques, mejorando el control de sus manos y brazos.
Entre los 12 y los 18 meses:
La carta a los Reyes ya puede incluir también libros con fotos e imágenes. Este tipo de libros ayuda a mejorar el desarrollo del lenguaje, asociando este momento con el rato de irse a dormir. Además, darles juguetes que puedan arrastrar, tipo cochecitos, le anima a moverse.
De 18 a 24 meses:
Este es el momento de mayor actividad para los niños más pequeños, por lo que una mesa de actividades sobre la que puedan pulsar interruptores o diversas piezas potenciará su coordinación. La música es otro de esos elementos con los que los niños siempre se sientes a gusto. Pedir a sus majestades CDs con música infantil ayudará a fomentar el desarrollo del lenguaje y la memoria.
De 24-36 meses
Los juegos más habituales consisten en la imitación de las personas que tienen a su alrededor. Herramientas de plástico, objetos de cocina o un carrito de limpieza, por ejemplo, son juguetes con los que los pequeños de la casa podrán fingir que son alguien conocido. Además, en esta edad los niños empiezan a expresarse con un vocabulario limitado y adaptado a sus capacidades, por eso es recomendable que tengan libros para colorear y papel y pinturas para dibujar, ya que fomenta su capacidad de comunicación.
De 3 a 5 años
A partir de los 3 años, y hasta los 5 aproximadamente, es recomendable también introducir juguetes de fantasía como disfraces, trucos de magia o superhéroes, ya que es el momento perfecto para que los pequeños de la casa jueguen a ser sus personajes preferidos. Si además, pedimos a los Reyes Magos juegos de mesa adaptados siempre a su edad, les enseñaremos poco a poco cómo potenciar la cooperación y relacionarse con otras personas.
De 5 a 8 años
Pero si tus hijos ya han alcanzado los 5 años, y al menos hasta los 8, lo más recomendable es hacerles ver que en su lista de peticiones no deberían faltar los juegos de mesa y los juguetes que fomenten la realización de deportes, sobre todo si son para practicar en equipo (balones, equipaciones, raquetas…). Además, es la edad perfecta para aprender a montar en bici o patinar, y por tanto el momento idóneo para pedir la ansiada bicicleta o los patines de última moda. Pero si lo que les gusta a nuestros pequeños son las actividades más sesudas, un kit de juegos científicos para disfrutar convirtiéndose en el nuevo CSI del colegio, que además, ayudará a potenciar su desarrollo cognitivo y creatividad será el regalo estrella de la Navidad.
Con independencia del juguete que incluyamos en nuestra lista de deseos para el niño, lo importante es atender a la edad recomendada que suele aparecer en los embalajes, ya que se trata de una medida de seguridad enfocada a su bienestar y protección”, concluye Deanna Marie Mason.
Con estos consejos seguramente los Reyes Magos acertarán de pleno con los regalos para los más pequeños. Consejos sencillos con los que la familia al completo disfrutará de la Navidad.
Sobre Deanna Marie Mason
Deanna Marie Mason es una profesional de la Salud que cuenta con el máximo grado de formación, una especialización en pediatría con un foco especial en el mundo de los adolescentes y más de 20 años de experiencia profesional trabajando con recién nacidos, niños, adolescentes y familias.
A lo largo de estas décadas, Deanna ha ayudado a infinidad de familias a mejorar sus vidas, proporcionando guías de actuación basadas en los últimos avances científicos y médicos que permiten anticiparse a los problemas más habituales de niños y adolescentes y prevenirlos con éxito.
Además, es escritora y colaboradora en publicaciones científicas como Research and Theory for Nursing Practice, Nurse Researcher o Holistic Nursing Practice. Actualmente dirige su propio negocio de consultoría y recientemente ha publicado Qué hacer para que tu hijo no sea un imbécil, libro en el que explica cómo podemos ayudar a los adolescentes a encontrarse a sí mismos mientras se encuentran inmersos en una etapa de cambios.
A lo largo de estas décadas, Deanna ha ayudado a infinidad de familias a mejorar sus vidas, proporcionando guías de actuación basadas en los últimos avances científicos y médicos que permiten anticiparse a los problemas más habituales de niños y adolescentes y prevenirlos con éxito.
Además, es escritora y colaboradora en publicaciones científicas como Research and Theory for Nursing Practice, Nurse Researcher o Holistic Nursing Practice. Actualmente dirige su propio negocio de consultoría y recientemente ha publicado Qué hacer para que tu hijo no sea un imbécil, libro en el que explica cómo podemos ayudar a los adolescentes a encontrarse a sí mismos mientras se encuentran inmersos en una etapa de cambios.
Psicología Infantil
Niños sin límites padres sin autoridad

Que no debemos delegar la educación de nuestros hijos solo en la escuela se dice y se repite hasta la saciedad. Es en casa donde se educa. Es en casa donde se debe empezar a poner límites y no esperar a que alguien nos llame la atención. Los niños, sencillamente son niños y aprenden por imitación. Hacen lo que ven hacer en casa y en su entorno más cercano. La escuela es también uno de esos entornos cercanos donde niños sin control desestabilizan el grupo, ejerciendo su liderazgo negativo, captando la atención de los demás y distorsionando las actividades diarias. Y está claro que muchos copian esos comportamientos y se los llevan a casa. Es aquí donde debemos decir basta. Familia y escuela debemos trabajar conjuntamente y no hacer la vista gorda ante la agresividad, la humillación y la falta de respeto.
No vale con cerrar los ojos y mirar hacia otro lado. No hay bastante con pensar o decir que son niños en proceso de formación y que las etiquetas son malas. Ciertamente las etiquetas suelen picar y escocer, no nos gustan a nadie y por eso tendemos a cortarlas. Pero las etiquetas nos dan mucha información sobre cómo actuar con el tipo de material com el que estamos trabajando, con los niños y con los padres suele ocurrir lo mismo.
Hay que trabajar el autocontrol como padres pero también hay que inculcarlo a los hijos. Hay saber qué rol ejercemos y cómo lo llevamos a cabo. No basta con vivir con los niños, hay que educarlos para que sepan vivir y convivir.
Niños sin límites, padres sin autoridad.
Estos niños sin límites a los que me refiero hoy son la consecuencia directa de la falta de autoridad, de unos padres inmaduros que pretenden ser más amigos de sus hijos que ser padres. Porque ser padres significa guiar, contener, poner límites, decir no, explicar lo que está bien y lo que no. Ser padres significa esforzarse más allá de proporcionarles abrigo, cobijo y alimentación a nuestros hijos. Ser padres significa también asumir el conflicto y no solo divertirse con ellos.Los niños sin límites son pequeños tiranos, pequeños dictadores que no entienden de respeto hacia los demás. Niños con conductas groseras y violentas. Niños faltones e irrespetuosos. Unos pequeños matones que van de aquí para allá sin importarles absolutamente nada. Niños a los que les faltan muchos nos y probablemente más atención parental.
¿Cómo actuar cuando convives con niños sin límites?
La actuacción como padre o madre de un niño que convive con otro sin límites es seguir educando al propio en los valores en los que creeis como familia. Enseñarle a distinguir entre lo que está bien y lo que no, entre lo que se permite y lo que no en casa y fuera de ella.Si el mal comportamiento del niño sin límite afecta a tu hijo habla con la tutora y exponle claramente la problemática. No es cuestión de buscar culpables más bien de poner soluciones.
Déjanos tu opinión al respecto, nos interesa mucho escuchar lo que piensas.
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A veces, después de discutir con nuestra pareja, sentimos mucha rabia porque creemos que no hemos podido expresarnos con claridad y que el tono de la conversación ha subido de tal forma que hemos acabado discutiendo y enfadados.
La comunicación es la manera que tenemos de relacionarnos con los otros, de sentirnos integrados y en bienestar.
Os voy a exponer varias pautas para mejorar la comunicación con vuestra pareja:
-Controlar nuestros impulsos. Tener un estado de ánimo sosegado, nos va a ayudar a expresarnos mejor, y a que la otra persona nos escuche mejor.
-Buscar el momento adecuado para tener la conversación. Sobretodo cuando queremos hablar con nuestra pareja sobre un tema importante, hay que elegir un momento del día en el que sepamos que ambos vamos a estar relajados. Después de la cena, tomando una infusión en la terraza, o quizás en el fin de semana, cuando el estrés no se apodere de nosotros. Hay que evitar comenzar conversaciones importantes si estás estresad@.
-Con un buen comienzo es más fácil un buen final. Si comenzamos la conversación con calma, con silencios, de una manera reflexiva, la otra persona entra también en nuestra dinámica, y las palabras fluyen.
-La escucha. Es más importante escuchar que hablar. Lo mejor para motivar a una persona, es escucharla, darle tu tiempo es un gesto de generosidad que la otra persona sabrá apreciar y os unirá.
-Deja a un lado el orgullo y los reproches. No sirven más que para empeorarlo todo. Si estas muy enfadad@, tómate un momento para ti, y verás como pasado un rato, relativizas y lo ves todo con una visión más amigable, incluso igual te ríes de ti mism@.
-No tomarse las cosas de forma personal. Si tu pareja te comenta algo sobre ti mism@ que no le gusta, no te lo tomes de forma personal. Seguramente se está refiriendo a un aspecto concreto que le ha molestado, del que se puede dialogar, pero no des por hecho que se está metiendo contigo. Del mismo modo, si hay un aspecto suyo que no te gusta, házselo saber pero siempre desde el respeto. Piensa en cómo te gustaría que te lo dijeran a ti.
-Muy importante, no dejes de dialogar por miedo a no ser entendid@. Si dejas de hablar sobre cosas que para ti son importantes, porque piensas que no sois capaces de llegar a un acuerdo, peligra vuestra relación. He visto muchas parejas que se ha separado precisamente por no remar hacia la misma dirección, callar y no dialogar por miedo al enfrentamiento. Al final, uno de los dos explota y la relación se rompe.
Respecto, sosiego, escucha y ponte en el lugar del otro. Trata a tu pareja como a ti mism@ y ¡feliz viaje!
Si pasas por un momento así, venir y os ayudo. No perdéis nada, primera sesión gratis!!
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