miércoles, 11 de enero de 2017



DEPRESIÓN ASOCIADA AL EMBRARAZO

Lo primero es hacer hincapié en que son casos reales pero con nombres y escenarios ficticios para mantener la confidencialidad.

Pamela, de 34 años, llegó a la consulta angustiada y deprimida por su tercer embarazo, en ese momento de cuatro meses. Señaló que no había sido planificado y estaba agotada con la crianza de sus dos hijos, de los cuales el mayor tenía diez años y el menor un año y medio de edad, por este último acarreaba una fuerte depresión postparto. 

Fijamos como objetivo disminuir su pena, la cual relacionaba a su falta de autonomía, ausencia de vida propia, ser mantenida por su marido y no poder trabajar para dedicarse a la crianza de sus hijos; este nuevo embarazo agudizaría su situación. 

Por esto, desde la segunda sesión comenzamos a enfocarnos en “hacer cosas” que le subieran el ánimo y hacerla sentir autosuficiente, sin renunciar a la crianza de sus hijos. Entre esos “hacer cosas” estaban el arreglarse y maquillarse los días en que amaneciera deprimida, ir al parque con sus hijos los días que se sintiera “ahogada” en casa, buscarle un jardín infantil a su hijo pequeño para que tuviera más tiempo de descansar y estar a solas, retomar su trabajo de ventas por catálogo y todo lo que había dejado de lado por haber quedado nuevamente embarazada, es decir, tratar de seguir con su vida tal como la querría sin estar embarazada y finalmente tratar de encontrar las cosas positivas de criar a sus hijos.


Fue sorprendente el cambio que observé en la tercera sesión, era una mujer distinta, llena de entusiasmo, en realidad dentro de la semana “había hecho cosas” y en palabras de ella “me volví loca”: comenzó a realizar muchas actividades a la vez, inscribió a su hijo pequeño en el jardín, retomó su trabajo de ventas por catálogo, comenzó a participar en la junta de vecinos de su comunidad, concursó en un proyecto entre otras cosas. En esa sesión me dedique a reforzar, elogiar y mantener estas situaciones que la hacían sentir tan bien e independiente.

Tal fue su independencia y entusiasmo por mantener estos cambios que Pamela en la cuarta sesión simplemente dijo “lo tengo decidido, voy a esperar que nazca mi bebé para separarme, ya no necesito de mi marido para vivir, yo puedo sola”. Me quedé sin palabras, no sabía qué responder, porque la idea no era que terminara su relación de pareja, sino que mejorara su ánimo. Sin embargo, la paciente lo tomó de otra manera y se encaminó al otro extremo, luego de no sentirse independiente y autosuficiente, se sintió tan bien siendo autónoma que al parecer no necesitaba más de su marido. Entonces comenzamos a trabajar la aceptación en la pareja y a enfocarnos en las cosas positivas de la relación, le pedí que realizara una tarea con su marido, debían escribir 3 cosas positivas del otro y transformar 3 quejas en peticiones. 

En la siguiente sesión, en la sala espejo, traía la tarea en sus manos y se veía muy ilusionada con su relación. Una de las cosas que le había pedido a su esposo, era conversar de cualquier cosa 15 minutos antes de dormir, esto le había resultado muy bien, por lo cual se sentía con ganas se retomar su relación matrimonial y no seguir con su decisión de separarse.


Debido a lo anterior y al cumplimiento de los objetivos, decidí dar por terminada la terapia, es así como luego de la sesión anterior nos reunimos para realizar el cierre; le pedí que escribiera una carta que supuestamente iría dirigida a una persona que tenía un problema similar, que comentara cómo había sido la terapia, cómo y qué cosas había hecho para superar su problema, todo ya que ella había crecido, tenía más experiencia, sabía como enfrentar el problema y podía ayudar a otros con lo que había aprendido en este proceso. 

Para finalizar, en el seguimiento noté a Pamela muy bien de ánimo, su relación de pareja se había estabilizado e incluso se encuentra esperanzada debido a que su marido le pidió ayuda para tratar su adicción al alcohol y a la marihuana, puesto que deseaba mejorar su vida y su relación de pareja, por lo que ese mismo día realice de inmediato una derivación interna al médico para que evaluara su adicción y decidiera si enviarlo a terapia de pareja, individual o al psiquiatra. 

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